18 - El Rey Orco - R. a. Salvatore

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TRANSICIONES I EL REY ORCO R. A. SALVATORE Traducción: Emma Fondevila timunmas

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saga elfo oscuro

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  • TRANSICIONES I

    EL REY ORCO

    R. A. SALVATORE

    Traduccin: Emma Fondevila

    timunmas

  • Diseo de cubierta: Tood LockwoodTtulo original: The Orc King. Transitions, Book I

    Traduccin: Emma FondevilaPrimera edicin: septiembre de 2008 2007, Wizards of the Coast Inc.

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    All characters in this book are fictitious. Any resemblance to actual persons,living or dead, is purely coincidental.

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    Timun Mas es marca registrada de Scyla Editores, S.A. www.scyla.com

    ISBN: 978-84-480-3793-2 (Obra completa)ISBN: 978-84-480-3794-9

    Preimpresin: Zero preimpresin, S.L.Depsito legal: B. 34.254-2008Impreso en Espaa por Egedsa

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  • PRELUDIODrizzt Do'Urden permaneca agazapado en una grieta entre dos piedras sobre la ladera

    de una montaa, presenciando una curiosa reunin. Un humano, un elfo y un tro de enanos por lo menos un tro estaban, de pie unos, otros sentados, en torno a t res carretas de fondoplano estacionadas formando un tringulo alrededor de una pequea hoguera. El permetrodel campamento se vea salpicado de sacos y bocks junto a un grupo de t iendas de campaa,por lo que Drizzt dedujo que el cont ingente no slo estaba formado por los cinco que tena ala vista. Mir ms all de las carretas y vio un pequeo prado de hierba, en el cual pastabanvarios caballos de t iro. A un lado de donde estaban los caballos volvi a ver lo que lo habatrado hasta la linde del campamento: un par de estacas coronadas con cabezas cortadas deorcos.

    La banda y los miembros que faltaban eran realmente miembros de Casin Cu Calas, laTriple C, una organizacin de vigilantes que haba tomado su nombre de la expresin lficaque significaba honor en la batalla.

    Teniendo en cuenta la reputacin de Casin Cu Calas, cuya tct ica favorita era irrumpir enlas granjas orcas en la oscuridad de la noche y decapitar a cuanto macho encontraban dentro,a Drizzt el nombre le resultaba bastante irnico y desagradable.

    Cobardes todos ellos dijo en un susurro mientras observaba a un hombre quedesplegaba una larga tnica negra y roja.

    El hombre sacudi la tnica para quitarle el polvo de la noche, la pleg respetuosamente yse la llev a los labios para besarla antes de volver a colocarla en la t rasera de una de lascarretas. A cont inuacin, recogi la segunda prenda reveladora, una capucha negra. Sedispona a colocarla tambin en la carreta, pero vacil y opt por cubrirse la cabeza con ella,ajustndosela para ver por los dos orificios de los ojos. Eso atrajo la atencin de los otroscuatro.

    Los otros cinco, apunt Drizzt cuando el cuarto enano sali de detrs de una de lascarretas para mirar al hombre encapuchado.

    Casin Cu Calas! proclam el hombre, alzando los dos brazos con los puos cerrados,en una exagerada pose victoriosa. No dejis un solo orco con vida!

    Muerte a los orcos! gritaron los otros como respuesta.El necio encapuchado lanz una andanada de insultos y amenazas contra los

    humanoides de aspecto porcino. En lo alto de la ladera de la colina, Drizzt Do'Urden mene lacabeza y deliberadamente se descolg del hombro su arco, Taulmaril. Lo levant, introdujouna flecha y lo tens en un elegante movimiento.

    No dejis un solo orco con vida dijo el encapuchado una vez ms, o empez a decirlo,pues el destello de un relmpago atraves el campamento y se introdujo en un bock decerveza caliente que tena a su lado. Cuando el bock explot y el lquido sali volando por losaires, una capa de electricidad dispersa hurt la oscuridad al incipiente crepsculo.

    Los seis compaeros cayeron de espaldas y se protegieron los ojos. Cuando recuperaronla vista, todos pudieron ver la solitaria figura de un esbelto elfo oscuro de pie sobre una de suscarretas.

    Drizzt Do'Urden dijo con voz entrecortada uno de los enanos, un t ipo gordo de barbarojiza y unas cejas enormes que abarcaban todo el ancho de la frente.

    Otros dos asint ieron con un movimiento de la cabeza y dibujando el nombre con los labios,ya que no haba posibilidad de confundir al elfo oscuro que tenan ante ellos, con sus doscimitarras sobre las caderas y Taulmaril, el Buscacorazones, colgado otra vez al hombro. Lalarga cabellera blanca del drow ondeaba con la brisa del atardecer y su capa restallaba sobresu espalda. Ni siquiera la escasa luminosidad de la hora poda menoscabar el brillo de sucamisa recubierta de mithril de color blanco plateado.

    Tras quitarse parsimoniosamente la capucha, el humano ech una mirada primero, al elfoy, a cont inuacin, a Drizzt .

  • Tu reputacin te precede, maestro Do'Urden dijo. A qu debemos el honor de tupresencia?

    Honor, extraa palabra replic Drizzt. Ms an cuando sale de los labios de alguiendispuesto a usar la capucha negra.

    Un enano que estaba al lado de la carreta se puso tenso e incluso dio un paso adelante,pero lo fren el brazo del t ipo de la barba rojiza.

    El humano carraspe, incmodo, y arroj la capucha al interior de la carreta que tenadetrs.

    Te refieres a eso? Es algo que encontramos por el camino. Tiene algn significadopara t i?

    No ms que el significado que atribuyo al hbito que tan respetuosamente plegaste ybesaste.

    Eso atrajo otra vez la atencin hacia el elfo, que, como pudo observar Drizzt , se estabadesplazando levemente hacia un lado, por detrs de una lnea dibujada en la t ierra con unpolvo reluciente. Cuando Drizzt fij ms netamente su atencin en el humano, not que elsemblante del hombre haba experimentado un cambio: la fingida inocencia haba dado paso auna clara expresin de desdn.

    Un hbito que t mismo deberas lucir dijo el hombre con osada, para honrar al reyBruenor Batt lehammer, cuyas hazaas...

    No menciones ese nombre lo interrumpi Drizzt. T no sabes nada de Bruenor, desus proezas ni de sus opiniones.

    S que l no era amigo de...No sabes nada insist i Drizzt , esa vez con ms firmeza.Lo que se cuenta de Shallows! bram uno de los enanos.Yo estaba all le record Drizzt , haciendo callar al necio.El humano escupi en el suelo.Un hroe en otros t iempos, ablandado ahora musit, y nada menos que con los

    orcos.Es posible respondi Drizzt , y en un abrir y cerrar de ojos las cimitarras aparecieron en

    sus manos de piel negra para sorpresa de todos, pero no me he ablandado con lossalteadores de caminos ni con los asesinos.

    Asesinos? retruc el humano, incrdulo. Asesinos de orcos?No haba acabado an de hablar cuando el enano situado al lado de la carreta se abri

    paso, a pesar del brazo de su compaero de la barba rojiza, y adelantando la mano lanz elhacha, que sali girando por los aires en direccin al drow.

    Drizzt dio un paso a un lado y con facilidad esquiv el ataque nada sorprendente, pero nocontentndose con dejar que el proyect il siguiera su vuelo de modo inofensivo y viendo a unsegundo enano que cargaba contra l por la izquierda, puso su cimitarra Muerte de Hielo en latrayectoria del hacha. A cont inuacin, retrajo la hoja cuando entr en contacto con el proyect ilpara absorber el impacto. Con un giro de mueca, interpuso la hoja de la cimitarra en el caminode la cabeza del hacha y, sin solucin de cont inuidad, gir sobre s mismo en sent ido contrarioe imprimi a Muerte de Hielo un movimiento circular que lanz el hacha sobre el enanoatacante.

    El guerrero de voz cavernosa alz su escudo para bloquear las torpes espirales del hacha,que dio un sonoro golpe contra la rodela de madera y rebot hacia un lado. Pero tambindecay el gruido decidido del enano cuando al volver a bajar el escudo se encontr con quesu objet ivo haba desaparecido de la vista.

    Drizzt , ampliada su velocidad gracias a un par de ajorcas mgicas, haba coordinado suhuida con el ascenso del escudo del enano. Slo haba dado algunos pasos, pero saba queeran suficientes para confundir al obst inado enano. En el lt imo momento, ste repar en l y,frenando con un pat inazo, lanz un dbil golpe de revs con su maza de guerra.

  • Pero Drizzt estaba en el interior del arco de la maza, y golpe el mango con una hoja, loque debilit el ya escaso impulso del golpe. Golpe ms fuerte con la segunda hoja en elpliegue que haba entre el pesado guantelete del enano y su muequera de metal. La mazasali volando, y el enano, con un aullido de dolor, se cogi la mueca rota y sangrante.

    De un salto, Drizzt se plant encima de su hombro, le dio un puntapi en la cara a modode precaucin y se apart con otro salto; entonces, carg contra el enano de la barba rojiza yel que haba arrojado el hacha, que a su vez cargaban contra el elfo oscuro velozmente.

    Desde atrs, el humano los animaba, aunque sin part icipar, lo que reafirm la sospechaque ya albergaba Drizzt sobre su valor, o sobre la falta de l.

    El doble movimiento y la arremet ida de Drizzt hicieron que los dos enanos se pararan enseco, y el drow acometi con furia, girando las dos cimitarras una por encima de la otra ygolpeando desde ngulos diferentes. El que haba arrojado el hacha, con otra hacha pequeaen la mano, tambin sostena un escudo, con lo cual consegua parar los golpes con mseficacia; pero el pobre t ipo de la barba rojiza slo poda interponer su gran maza conmovimientos en diagonal, modificando el ngulo furiosamente para responder a la avalanchade golpes. Recibi media docena de golpes y tajos a los que respondi con gruidos y aullidos,y slo la presencia de su compaero, y de todos los que estaban alrededor reclamando laatencin del drow, evit que resultara malherido o muerto en el acto, ya que Drizzt no podarematar sus ataques sin exponerse a los contraataques de los compaeros del enano.

    Cuando el impulso inicial se agot, el drow retrocedi. Con su caracterst ica tozudez, losdos enanos avanzaron. El de la barba rojiza, con las manos sangrando y un dedo colgandoapenas de un hilo de piel, intent un golpe descendente directo. Su compaero se volvi amedias para abrir la marcha con su escudo y tomar impulso para lanzar un golpe horizontalque, sin rozar a su compaero, alcanzase a Drizzt de izquierda a derecha.

    La impresionante coordinacin del ataque impona, o bien una ret irada rpida y sintapujos, o una compleja parada en dos ngulos, y normalmente, Drizzt se habra limitado aaprovechar su velocidad superior para ponerse fuera de alcance.

    Sin embargo, se dio cuenta de que el enano de la barba rojiza sujetaba el arma de unamanera precaria, y al fin y al cabo, l era un drow que haba pasado toda su juventudaprendiendo a ejecutar exactamente ese t ipo de defensas de ngulo mlt iple. Se protegi conla cimitarra de la izquierda, alz la mano y gir la hoja hacia abajo para interceptar el golpe delado, mientras que, cruzando la mano derecha por encima de la izquierda, con la cimitarrahorizontal, bloque el golpe descendente.

    Cuando la maza de trayectoria t ransversal tom contacto con su acero, Drizzt empujcon la mano hacia adelante y gir la cimitarra para desviar el arma del enano hacia abajo, loque posibilit que diera medio paso a la izquierda y se alineara as ms plenamente con elgolpe desde arriba del otro. Cuando tom contacto con esa arma, haba recuperado del todoel equilibrio, con los pies firmemente asentados por debajo de los hombros.

    Se puso en cuclillas para evitar el golpe descendente del arma y, a cont inuacin, seimpuls hacia arriba con todas sus fuerzas. La mano del enano, gravemente herida, no pudoaguantar la embest ida, y el movimiento del drow oblig al diminuto guerrero a ponerse depunt illas para seguir sosteniendo apenas el arma.

    Drizzt se volvi hacia la derecha al incorporarse, y con un sbito y poderoso movimientooblicuo, oblig al arma del enano a desplazarse hacia la derecha, ponindola en el camino deretorno del otro enano. Cuando los dos se enredaron, Drizzt se ret ir y realiz un giro invert idosobre la punta del pie izquierdo; dio una vuelta completa y lanz a la espalda del enano de labarba rojiza una patada circular que lo estamp contra su compaero. La gran maza salivolando, seguida por el enano, mientras el otro apartaba un hombro y colocaba el escudo enngulo para guiarlo hacia un lado.

    Blanco seguro! El grito llegaba desde un lado y llam la atencin de Drizzt , que alparar en seco y volverse vio al elfo, que sostena una pesada ballesta con la que lo apuntaba.

    Drizzt lanz un grito y se abalanz contra el elfo; hizo una voltereta hacia adelante almismo t iempo que giraba el cuerpo, de modo que aterriz con un paso oblicuo y cerr

  • rpidamente la distancia.Choc, entonces, con un muro invisible, como era de esperar, ya que se dio cuenta de que

    la ballesta no haba sido ms que una estratagema y que ningn proyect il podra haberatravesado aquella mgica barrera invisible.

    Drizzt rebot en la barrera y cay sobre una rodilla, con movimientos convulsivos. Intentponerse de pie, pero dio la impresin de que se tambaleaba, aparentemente mareado.

    Oy a los enanos que cargaban contra l por la espalda, convencidos al parecer de que nohaba posibilidad alguna de que se recuperara a t iempo para evitar el mort fero ataque que letenan preparado.

    Y todo por los orcos, Drizzt Do'Urden oy decir al elfo, mago de profesin, y vio queaquella criatura esbelta meneaba la cabeza con desnimo mientras dejaba caer a un lado laballesta. Un fin poco honorable para alguien de tu reputacin.

    Taugmaelle baj la mirada, sorprendida y asustada. Jams habra imaginado que recibira

    una visita del rey Obould IV, seor de Muchas Flechas, especialmente en la vspera de supart ida hacia Glimmerwood para sus esponsales.

    Eres una novia hermosa dijo el joven rey orco, y Taugmaelle, que se atrevi a alzarapenas la mirada, pudo ver que Obould asenta en seal de aprobacin. Ese humano...Cul es su nombre?

    Handel Aviv respondi.Es consciente de la buena suerte con que ha sido bendecido?Mientras asimilaba la pregunta, Taugmaelle encontr, por fin, el valor que necesitaba. Alz

    la vista y, sin amilanarse, sostuvo la mirada de su rey.Yo soy la afortunada dijo, pero su sonrisa se desvaneci casi de inmediato al ver la

    expresin ceuda de Obould.Porque l es humano? bram Obould, mientras los dems orcos presentes en la

    pequea casa se apartaban temerosos. Un ser ms elevado? Porque t, una simple orca,has sido aceptada por ese Handel Aviv y los de su especie? Te has elevado por encima delos de tu raza por esta unin, Taugmaelle del clan Bignance?

    No, mi rey! farfull Taugmaelle con los ojos llenos de lgrimas. No, claro que no,nada de eso...

    Handel Aviv es el afortunado! declar Obould.Lo que yo..., lo que yo quera decir es que lo amo, mi rey dijo Taugmaelle con apenas

    un hilo de voz.La sinceridad de esa declaracin era tan obvia que, de no haber bajado otra vez la vista al

    suelo, Taugmaelle habra notado que el joven rey orco se mova de forma incmoda y suenfado desapareca.

    Por supuesto respondi Obould despus de un momento. Entonces, los dos soisafortunados.

    S, mi rey.Pero nunca te consideres inferior le advirt i el monarca. Eres orgullosa. Perteneces

    a los orcos, a los orcos de Muchas Flechas. Es Handel Aviv el que se eleva con esta unin.Nunca debes olvidar eso.

    No, mi rey.Obould pase una mirada por la pequea habitacin, observando los rostros de sus

    electores. Dos de ellos lo miraban con la boca abierta, como si no tuvieran idea de cmoreaccionar ante su inesperada aparicin, y varios otros inclinaban la cabeza en seal derespeto.

    Eres una novia hermosa volvi a decir el rey. Una digna representante de todo lobueno del reino de Muchas Flechas. Ve con mi bendicin.

  • Gracias, mi rey respondi Taugmaelle.Pero Obould apenas la oy, pues ya se haba dado la vuelta y se diriga hacia la puerta.

    Se senta un poco tonto por su reaccin excesiva, sin duda, pero no dejaba de recordarse quesus sent imientos no haban estado exentos de mrito.

    Esto es bueno para nuestro pueblo dijo Taska Toill, el consejero de la corte deObould. Cada uno de estos enlaces interraciales refuerza ese mensaje que es Obould. Yque esta unin se consagre en el ant iguo Bosque de la Luna no es nada desdeable.

    El avance es lento se lament el rey.No hace tantos aos, nos cazaban y mataban le record Taska. Guerras

    interminables. Conquistas y derrotas. Ha sido todo un siglo de progreso.Obould asint i; sin embargo, casi para sus adentros, afirm:Nos siguen persiguiendo.Y aunque no lo dijo, pens que peores eran las afrentas de aquellos que se decan amigos

    de Muchas Flechas, que los defendan con cierto aire de superioridad, sint iendo una vozinterna que alababa su magnanimidad al tender la mano y defender incluso la causa decriaturas tan inferiores. Las gentes de la Marca Argntea a menudo perdonaban a un orco porconductas que no aceptaran entre los suyos, y eso hera a Obould todava ms que esoselfos, enanos y humanos que abiertamente despreciaban a su pueblo.

    Drizzt mir la sonrisa de superioridad del mago elfo. Cuando el drow tambin sonri, e

    incluso le hizo un guio, la cara del elfo perdi toda expresividad.Una dcima de segundo ms tarde, el elfo dio un grito y sali volando. Guenhwyvar, con

    sus trescientos kilos de potencia felina, salt sobre l, se lo llev lejos y lo volvi a depositar enel suelo.

    Uno de los enanos que cargaban contra Drizzt lanz un grit ito de sorpresa, pero a pesarde la revelacin de la pantera, ninguno de los enanos atacantes estaba ni remotamentepreparado para que el supuestamente pasmado Drizzt girara en redondo y apareciera anteellos totalmente consciente y equilibrado. Cuando se dio la vuelta, un revs de Centella, lacimitarra que llevaba en la mano izquierda, le reban la mitad de la barba rojiza a uno de losenanos que atacaba con desgana, con la pesada arma por encima de su cabeza. De todosmodos, t rat de golpear a Drizzt , pero dio una vuelta descontrolada y se tambale,conmocionado y presa de un dolor lacerante. Su propio impulso lo llev hacia adelante, dondela cimitarra, que ya le sala al encuentro desde el otro lado, lo alcanz a la altura de lasmuecas.

    La gran maza sali volando. El duro enano baj los hombros en un intento de pillar a suenemigo, pero Drizzt era demasiado gil y no tuvo ms que desplazarse hacia un ladoretrasando el pie izquierdo para que tropezara con l el enano, que se part i el crneo contrael muro mgico.

    Su compaero no tuvo mejor suerte. Cuando Centella dio un tajo t ransversal en su caminode vuelta, el enano consigui ponerse de pie y se volvi para alinear el escudo, mientraspreparaba su arma para un golpe contundente. La segunda hoja de Drizzt , sin embargo, atacdespus del revs, y el drow gir hbilmente la mueca hacia arriba para que la curva hoja dela cimitarra pasara por encima del borde del escudo, y se lanz a golpear el brazo retrado delarma justo donde el bceps se une con el hombro. El enano, cuyo movimiento ya estabademasiado avanzado para detenerlo del todo, se lanz hacia adelante y con su propio impulsoayud a que la cimitarra se hundiera ms a fondo en su carne.

    Hizo un alto, aull y dej caer el hacha. Observ a su compaero, que se alejaba dandotumbos. Lleg entonces una andanada cuando el mort fero drow se cuadr ante l. A diestro ysiniestro, las cimitarras asestaban golpes, adelantndose siempre a los intentos patt icos delenano de interponer su escudo. Qued lleno de marcas y de cortes, hasta afeitado, bajo elembate de las puntas y los filos de las dos espadas que se abran camino a t ravs de susdefensas. Todos los golpes hacan dao, pero ninguno era mortal.

  • Sin embargo, no poda recuperar el equilibrio ni organizar una defensa creble, ni aferrarsea nada capaz de contrarrestar el ataque, como no fuera su escudo. El drow lo superaba confacilidad, y mientras se ladeaba a la derecha del enano consigui superar la defensa delescudo y le dio un golpe en la sien con la empuadura de la cimitarra. Cont inu con un fuertegancho de izquierda mientras completaba la vuelta, y el sorprendido enano ya no ofreci lamenor resistencia cuando puo y empuadura a un t iempo lo golpearon en plena cara.

    Dio dos pasos vacilantes hacia un lado y cay al suelo.Drizzt no se detuvo a confirmar el efecto, porque al volverse hacia el otro lado vio que el

    primer enano al que haba herido se estaba poniendo de pie y se alejaba dando tumbos. Unascuantas zancadas le bastaron a Drizzt para alcanzarlo y darle un tajo con la cimitarra en laparte t rasera de las piernas. La vapuleada criatura lanz un grito y, vacilante, dio con sushuesos en el suelo.

    Una vez ms, Drizzt mir ms all del que estaba cayendo, ya que los dos miembrosrestantes del grupo se estaban ret irando a toda prisa. El drow prepar a Taulmaril y le colocuna flecha, que cogi de la aljaba encantada que llevaba a la espalda. Apunt al centro delcuerpo del enano, pero tal vez por deferencia al rey Bruenor o a Thibbledorf o a Dagnabbit , oa cualquiera de los dems enanos nobles y fieros que haba conocido dcadas atrs, baj elngulo y dispar. Como un relmpago, la flecha mgica atraves el aire y se fue a clavar en laparte carnosa del muslo del pobre enano, que se tambale con un grito y cay.

    Drizzt prepar otra flecha y movi el arco hasta tener en el punto de mira al humano,cuyas piernas ms largas lo haban llevado ms lejos. Apunt y tens el arma, pero se abstuvode disparar cuando vio que el hombre, presa de una repent ina sacudida, se tambaleaba.

    Se mantuvo de pie apenas un momento y despus se desplom, y por el modo de caer,Drizzt supo que estaba muerto antes de que llegara al suelo.

    El drow mir por encima del hombro y vio a los t res enanos heridos que luchaban, pero sinesperanza, y al mago elfo todava sujeto por la feroz Guenhwyvar. Cada vez que el pobre elfose mova, Guenhwyvar lo sofocaba ponindole la pataza encima de la cara.

    Cuando Drizzt volvi a mirar, los asesinos del humano estaban a la vista. Un par de elfosprocedan a recoger al enano alcanzado por la flecha, mientras otro se diriga al hombremuerto y dos ms se acercaban a Drizzt , uno montado en un corcel de blancas alas, el pegasollamado Amanecer. El arns, las bridas y la silla de montar estaban adornados con campanillasque t int ineaban dulcemente vaya irona!, mientras los jinetes avanzaban a buen pasohacia el drow.

    Lord Hralien lo salud Drizzt con una reverencia.Bien hallado, y bien hecho, amigo mo dijo el elfo que gobernaba la ant igua extensin

    de Glimmerwood, a la que los elfos seguan llamando Bosque de la Luna. Mir en derredor yasint i con un gesto de aprobacin. Los Jinetes de la Noche han recibido otro buen golpe dijo, usando el nombre que daban todos los elfos a los vigilantes asesinos de orcos, pues senegaban a ut ilizar una expresin tan honorable como Casin Cu Calas para una banda a la quetanto aborrecan.

    Uno de los muchos que nos harn falta, me temo, ya que sus filas no parecenmermadas respondi Drizzt .

    lt imamente, se los ve ms coincidi Hralien, y desmont para quedarse de pie antesu viejo amigo. Los Jinetes de la Noche estn tratando de sacar ventaja al malestar reinanteen Muchas Flechas. Saben que el rey Obould IV est en una posicin de debilidad suspir elelfo, como parece estar siempre y como siempre parecieron estarlo sus predecesores.

    Tiene aliados adems de enemigos dijo Drizzt, ms de los que tena el primero desu est irpe, sin la menor duda.

    Y puede ser que ms enemigos replic Hralien.Drizzt no poda desment irlo. Muchas veces a lo largo del lt imo siglo, el reino de Muchas

    Flechas haba pasado por pocas tumultuosas, la mayor parte de las veces, como todavaocurra, propiciadas por la rivalidad entre los orcos. Los ant iguos cultos de Gruumsh el tuerto no

  • haban prosperado bajo el reinado de los Obould, pero tampoco haban sido plenamenteerradicados. Segn los rumores, otro grupo de chamanes, siguiendo las ant iguas formas deguerra de los goblins, estaban creando malestar y t ramando contra el rey que osaba ejercer ladiplomacia y el comercio con los reinos circundantes de los humanos, los elfos e incluso losenanos, los enemigos ms proverbiales y odiados de los orcos.

    No has matado a ninguno de ellos seal Hralien, echando una mirada a susguerreros, que estaban recogiendo a los cinco Jinetes de la Noche heridos. No ansiashacerlo, Drizzt Do'Urden? No atacas con contundencia cuando se trata de defender a losorcos?

    Son apresados para ser somet idos a un juicio justo.Sometidos por otros.ste no es mi territorio.No permit iras que lo fuera dijo Hralien con una sonrisa hosca que no llegaba a ser

    acusadora. Quiz los recuerdos de un drow sean largos.No lo son ms que los de un elfo de la luna.Mi flecha alcanz antes al hombre. Y mortalmente. Puedes estar seguro.Porque t combates ferozmente contra esos recuerdos mientras yo trato de mit igarlos

    replic Drizzt sin vacilar, dejando a Hralien de una pieza. Si el elfo, por sorprendido queestuviera, se sint i ofendido, no lo demostr.

    Algunas heridas necesitan ms de un siglo para cerrarse prosigui Drizzt , mirando oraa Hralien, ora a los Jinetes de la Noche capturados. Heridas sent idas muy hondamente poralgunos de estos caut ivos, tal vez, o por el abuelo del abuelo que yace muerto en aquelcampo.

    Y qu me dices de las heridas dejadas por Drizzt Do'Urden, que batall contra el reyObould en el ataque inicial del orco a la Columna del Mundo pregunt Hralien, antes delasentamiento de su reino y del Tratado del Barranco de Garumn? O que volvi a combat ircontra Obould III en la gran guerra en el Ao del Claustro Solitario?

    Drizzt asenta ante cada palabra, incapaz de desment irlas. En gran medida haba hechola paz con los orcos de Muchas Flechas, pero a pesar de todo habra sido ment ir no reconocerque senta cierta culpa al batallar contra aquellos que se haban negado a poner fin a lasguerras ant iguas y las ant iguas costumbres, y haban seguido combat iendo contra los orcos,en una guerra en la que Drizzt haba part icipado en un t iempo, y con ferocidad.

    Una caravana de mercaderes de Mithril Hall fue obligada a volverse desde CincoColmillos dijo Hralien, cambiando tanto de tema como de tono. Un informe similar nos llegadesde Luna Plateada, donde a una de las caravanas se le impidi la entrada hacia MuchasFlechas en la Puerta de Ungoor, al norte de Nesme. Es una flagrante violacin del t ratado.

    La respuesta del rey Obould?No estamos seguros de que haya tenido not icia siquiera de los incidentes. Pero la haya

    tenido o no, lo que parece es que sus rivales chamanes han difundido su mensaje de los usosde antao mucho ms all de la fortaleza de Flecha Oscura.

    Drizzt asint i.El rey Obould necesita tu ayuda, Drizzt dijo Hralien. Ya liemos pasado antes por

    esto.Drizzt asint i, aceptando con resignacin la verdad innegable de esas palabras. En

    ocasiones senta que el camino que transitaba no era una lnea recta hacia el progreso, sinouna senda circular, un bucle int il. Dej que se desvaneciera esa idea negat iva y se record lomucho que haba avanzado la regin, y eso en un mundo enloquecido por la Spellplague oplaga mgica. Haba pocos lugares en todo Faerun que pudieran jactarse de ser mscivilizados que la Marca Argntea, y eso se deba en gran parte al valor del que podaenorgullecerse toda una est irpe de reyes orcos de nombre Obould.

    Sus recuerdos de aquella poca del auge del imperio de Netheril, el advenimiento de los

  • aboleths y la unin discordante y desastrosa de dos mundos, con la perspect iva de los cienaos transcurridos, hicieron pensar a Drizzt en otra situacin muy parecida a la que ahora sepresentaba. Record la expresin en el rostro de Bruenor, la de mayor incredulidad que habavisto en su vida, cuando le ofreci al enano su sorprendente asesoramiento y sus asombrosasrecomendaciones.

    Casi poda or el bramido de protesta.Has perdido la razn, maldito elfo de orejas punt iagudas y cabeza de orco!Del otro lado de la barrera mgica, el elfo grit y Guenhwyvar gru, y cuando Drizzt mir,

    pudo ver al mago que tozudamente t rataba de zafarse mientras Guenhwyvar le pona unapataza en la espalda y lo empujaba otra vez hacia el suelo. El elfo se retorci para evitar lasgarras extensibles.

    Hralien empez a llamar a sus camaradas, pero Drizzt alz la mano para detenerlos.Podra haber rodeado la pared invisible, pero en lugar de eso dio un salto en el aire hastacolocarse al lado y alarg la mano lo ms alto que pudo. Sus dedos se deslizaron por encimade la barrera y se sujet al borde superior. A cont inuacin, el drow se coloc de espaldascontra la superficie invisible y se est ir para sujetarse tambin con la otra mano. Un impulso yuna voltereta lo catapultaron por encima de la pared y aterriz gilmente al otro lado.

    Despus de haber ordenado a Guenhwyvar que se apartara, cogi al mago por la ropa y looblig a ponerse de pie. Era joven, como Drizzt haba supuesto. Mientras algunos elfos yenanos de ms edad incitaban al Casin Cu Calas, los miembros ms jvenes, de espritufogoso y llenos de odio, eran el brazo ms brutal del movimiento.

    El elfo, intransigente, lo mir con odio.Seras capaz de traicionar a tu especie le lanz a la cara.Drizzt enarc las cejas con gesto inquisit ivo, y sujet con ms fuerza al elfo por la camisa.Mi propia especie?Peor an le espet el otro: traicionaras a los que dieron cobijo y ofrecieron su

    amistad al errante Drizzt Do'Urden.No dijo simplemente.Eres capaz de atacar a elfos y enanos por los orcos!Quiero que imperen la ley y la paz.El elfo le lanz una carcajada burlona.Hay que ver dijo, sacudiendo la cabeza. El que fue en otro t iempo un gran

    explorador ponindose del lado de los orcos.Drizzt le oblig a mirarlo, dando fin a su alegra, y de un empujn lo empotr contra la

    pared mgica.Tanto ansias la guerra? pregunt el drow con su cara casi tocando la del elfo.

    Ansias or los gritos de los moribundos que yacen indefensos en los campos entre filas y filasde cadveres? Alguna vez has presenciado eso?

    Orcos! dijo el elfo con desprecio.Drizzt lo agarr con ambas manos, t ir de l hacia adelante y lo empotr de nuevo contra

    la pared. Hralien lo llam, pero el elfo oscuro casi no lo oa.He hecho incursiones ms all de la Marca Argntea dijo Drizzt. Las has hecho

    t? He presenciado la cada de la otrora orgullosa Luskan, y con ella, la muerte de unqueridsimo amigo cuyos sueos yacen hechos pedazos junto a los cuerpos de cinco milvct imas. He visto incendiarse y caer la mayor catedral del mundo. He sido test igo de lasesperanzas del buen drow, la cada de los seguidores de Eilist raee. Pero dnde estn ahoratodos ellos?

    Hablas con acert ... empez a decir el elfo, pero Drizzt lo volvi a golpear contra elmuro invisible.

    Se han ido! grit Drizzt. Se han ido, y con ellos las esperanzas de un mundo

  • pacfico y amable. He visto cmo rutas antes seguras eran engullidas por la maleza, y heestado en docenas y docenas de comunidades que nunca llegars a conocer. Handesaparecido por la plaga mgica o por cosas peores! Dnde estn los benvolos dioses?Dnde refugiarse del tumulto de un mundo que se ha vuelto loco? Dnde estn las lucespara abrirse paso en la oscuridad?

    Hralien haba rodeado la pared y ahora estaba junto a Drizzt . Le puso una mano en elhombro, pero slo consigui una breve pausa en el discurso. Drizzt le dirigi una mirada antesde volver al elfo capturado.

    Esas luces de esperanza estn aqu dijo Drizzt a los dos elfos, en la MarcaArgntea. Y si no estn aqu, no estn en ninguna parte. Elegimos la paz, o elegimos laguerra? Si lo que buscas es la guerra, necio elfo, mrchate de estas t ierras. Encontrarsmuerte a raudales, te lo aseguro. Encontrars ruinas donde antes se alzaban orgullosasciudades. Encontrars campos llenos de osamentas barridas por el viento, o tal vez los restosde un hogar aislado donde antes floreca todo un pueblo.

    Y en esos cien aos de caos, ante el advenimiento de la oscuridad, pocos hanescapado a la vorgine de la destruccin. Pero nosotros hemos prosperado. Puedes decir lomismo de Thay? De Mulhorand? De Sembia? Dices que traiciono a los que me ofrecieron suamistad, pero fue la visin de un enano excepcional y de un orco excepcional la que construyesta isla en medio de un ocano arrollador.

    Aunque ahora se lo vea ms acobardado, el elfo hizo ademn de hablar otra vez, peroDrizzt lo apart de la pared y lo volvi a golpear contra ella, esa vez con ms fuerza todava.

    Te dejas llevar por el odio y por tus ansias de aventura y de gloria le dijo el drow.Porque no sabes. O es que no te importa que tus hazaas vayan dejando miseria aespuertas t ras de t i?

    Drizzt mene la cabeza y arroj al elfo a un lado, donde lo cogieron dos de los guerrerosde Hralien, que se lo llevaron.

    Detesto todo esto reconoci en voz baja cuando se qued a solas con Hralien paraque nadie ms pudiera orlo. Es un noble experimento que ya dura cien aos y, sin embargo,todava no tenemos respuestas.

    Ni opciones respondi Hralien, excepto las que t mismo has descrito. El caosacecha, Drizzt Do'Urden, desde dentro y desde fuera.

    Drizzt volvi los ojos color lavanda para observar la part ida de los elfos y de los enanoscaut ivos.

    Debemos resist ir, amigo mo dijo Hralien y, t ras palmear a Drizzt en el hombro, sealej.

    Ya no estoy seguro de saber qu significa eso admit i Drizzt entre dientes, tan bajoque nadie pudo orlo.

  • LA BSQUEDA DE UNA

    VERDAD SUPERIOR

  • Una de las consecuencias de vivir una vida que se extiende a lo largo de siglos y no dedcadas es la maldicin ineludible de ver continuamente el mundo con los ojos de unhistoriador.

    Y digo maldicin cuando a decir verdad creo que se trata de una bendicin porquecualquier esperanza de presciencia requiere un cuestionamiento permanente de lo que es yuna creencia profundamente arraigada en la posibilidad de lo que puede ser. Para ver losacontecimientos como podra hacerlo el historiador, necesito una aceptacin de que mispropias reacciones iniciales, viscerales, ante acontecimientos aparentemente trascendentalespueden ser equivocadas, de que mi instinto primario y mis propias necesidades emocionalestal vez no soporten la luz de la razn en una visin ms vasta, o incluso de que esosacontecimientos, tan trascendentales a la luz de mi experiencia personal, quiz no lo sean enun mundo ms amplio y en el transcurrir largo y lento del tiempo.

    Cuntas veces he visto que mi primera reaccin se basa en medias verdades y enpercepciones sesgadas! Cuntas veces he visto mis expectativas totalmente contrariadas odesplazadas cuando los acontecimientos han llegado a su pleno desarrollo!

    Porque la emocin nubla la racionalidad, y se necesitan muchas perspectivas para larealidad plena. Ver los acontecimientos actuales con ojos de historiador consiste en tener encuenta todas las perspectivas, incluso las del enemigo. Consiste en conocer el pasado y usarla historia pertinente como una horma para las expectativas. Consiste, por encima de todo, ensobreponer la razn al instinto, en negarse a demonizar lo que uno odia y, ms que nada, enaceptar la propia falibilidad.

    Y vivo, pues, sobre arenas movedizas, donde los absolutos se diluyen con el paso de lasdcadas. Sospecho que es una extensin natural de una existencia en la que he hecho trizaslas ideas preconcebidas de mucha gente. A cada extrao que llega a aceptarme por lo que soyy no por lo que espera que sea, le remuevo las arenas bajo los pies. Sin duda, es unaexperiencia de crecimiento para ellos, pero todos somos criaturas que nos guiamos porrituales y por hbitos, y por las nociones reconocidas de lo que es y de lo que no es. Cuandola autntica realidad se cruza con esas expectativas hechas carne cuando te tropiezas conun buen drow!, se produce una disonancia interna, tan incmoda como un sarpullidoprimaveral

    Da libertad el hecho de ver el mundo como un cuadro que se est pintando y no como unaobra terminada, pero hay veces, amigo mo...

    Hay veces.Como sta que tengo ahora ante m, con Obould y sus miles de orcos acampados antes

    las mismsimas puertas de Mithril Hall. En el fondo de mi corazn, lo que deseo es otratentativa contra el rey orco, otra oportunidad de atravesar con mi cimitarra su piel amarillogriscea. Anso borrar esa expresin de superioridad de su fea cara, enterrarla bajo unaefusin de su propia sangre. Quiero hacerle dao, hacrselo por Shallows y por todas lasdems ciudades arrasadas por el paso de los orcos. Quiero que sienta el dolor que ocasion aShoudra Stargleam, a Dagna y a Dagnabbit, y a todos los enanos y dems criaturas que yacenmuertas en el campo de batalla que l cre.

    Volver a caminar bien Catti-brie? Eso tambin es culpa de Obould.Y por todo eso, maldigo su nombre, y recuerdo con alegra aquellos momentos de

    represalia que Innovindil, Tarathiel y yo nos tomamos contra el odioso rey orco. Volver a atacara un enemigo invasor es realmente catrtico.

    Eso no puedo negarlo.Y sin embargo, en momentos en los que impera la razn, cuando me siento con la

    espalda contra la ladera de una montaa y contemplo todo lo que Obould ha hecho posible nopuedo por menos que dudar.

    De todo, me temo.Vino al frente de un ejrcito, uno que trajo dolor y sufrimiento a muchas personas a lo

    largo y ancho de esta tierra a la que considero mi hogar. Pero su ejrcito ha detenido la

  • marcha, al menos por ahora, y hay signos evidentes de que Obould busca algo ms quepillajes y victorias.

    Propende a la civilizacin?Es posible que vayamos a ser testigos de un cambio monumental en la naturaleza de la

    cultura orca? Es posible que Obould haya establecido una situacin, lo pretendiera o no enun primer momento, en que los intereses de los orcos y de todas las otras razas de la reginconfluyan en una relacin de beneficio mutuo?

    Es posible? Es al menos concebible?Estoy traicionando a los muertos por pensar semejante cosa?O acaso prestemos un servicio a los muertos si yo, si todos nosotros, nos sobreponemos

    a un ciclo de venganza y de guerra, y encontramos dentro de nosotros orcos y enanos,humanos y elfos una base comn sobre la cual construir una era de mayor paz?

    Durante ms tiempo del que pueden recordar ni siquiera los elfos ms viejos, los orcoshan guerreado con las razas bien parecidas. Con todas las victorias y son incontables ytodos los sacrificios, acaso son los orcos menos populosos de lo que eran hace milenios?

    Creo que no, y eso evoca el fantasma de un conflicto irresoluble. Estamos condenados arepetir estas guerras, generacin tras generacin, interminablemente? Estamos todoselfosy enanos, humanos y orcos condenando a nuestros descendientes a la misma miseria, aldolor del acero invadiendo la carne?

    No lo s.Y sin embargo, nada deseo ms que deslizar mi acero entre las costillas del rey Obould

    Muchas Flechas para gozar con la mueca de agona en sus labios atravesados por loscolmillos; para ver cmo se apaga la luz en sus ojos amarillos, inyectados en sangre.

    Pero qu dirn de Obould los historiadores? Ser el orco que interrumpe, por muchotiempo, este ciclo de guerra permanente?Ofrecer, a sabiendas o no, a los orcos un caminohacia una vida mejor, un camino que puedan recorrer al principio de mala gana, porsupuesto en pos de botines mayores que los que podran encontrar en el extremo de unabrutal lanza?

    No lo s.Y de ah mi angustia.Espero que estemos en el umbral de una gran era, y que en el fondo del carcter orco se

    encienda la misma chispa, las mismas esperanzas y sueos que guan a los elfos, los enanos,los humanos, los halflings y todos los dems. He odo decir que la esperanza universal delmundo es que nuestros hijos encuentren una vida mejor que la nuestra.

    Est ese principio rector de la propia civilizacin dentro de la composicin emocional delos goblins? O acaso Nojheim, ese esclavo gohlin tan atpico al que conoc en una poca, erasimplemente una anomala?

    Es Obould un visionario o un oportunista?Es esto el comienzo del verdadero progreso para la raza de los orcos, o una empresa

    imposible para todo el que, incluido yo mismo, quisiera verlos a todos muertos?Porque reconozco que no lo s, debo tomarme un tiempo para pensarlo. Si cedo a las

    aspiraciones de mi vengativo corazn, cmo vern los historiadores a Drizzt Do'Urden?Me incluirn en el grupo de aquellos hroes que, antes de m, ayudaron a frenar el

    embate de los orcos y cuyos nombres son tan honrados? Si Obould est llamado a liderar alos orcos en una empresa no conquistadora sino civilizadora, y yo soy la mano que lo abate,entonces qu equivocados estarn esos historiadores que quiz no vean las posibilidades queyo veo concretarse ante m.

    Tal vez sea un experimento. Tal vez sea un gran paso a lo largo de un camino que vale lapena recorrer.

    O tal vez yo est equivocado, y Obould slo busque dominio y sangre, y los orcoscarezcan del sentido del bien comn y de aspiraciones de un camino mejor, a menos que ese

  • camino atraviese las tierras de sus mortales y eternos enemigos.Pero me he tomado un tiempo para pensar.Es as que espero, y observo, pero sin apartar las manos de mis espadas.

    DRIZZT DO'URDEN

  • CAPTULO 1ORGULLO Y SENTIDO PRCTICO

    El mismo da en que Drizzt e Innovindil se pusieron en marcha hacia el este paraencontrar el cuerpo de Ellifain, Catt i-brie y Wulfgar atravesaron el Surbrin en busca de la hijaperdida de Wulfgar. Sin embargo, su viaje slo dur un par de das, pues los hicieron desist ir losvientos fros y los cielos encapotados de una tremenda tormenta invernal. La pierna herida deCatt i-brie haca que la pareja no pudiese confiar en moverse lo bastante de prisa como parasuperar el frente que se avecinaba, de ah que Wulfgar desist iera de cont inuar. Colson estabaa salvo, al decir de todos, y Wulfgar confiaba en que la senda no se helara durante el retraso,ya que en la Marca Argntea prct icamente todos los viajes se interrumpan en los meses dehelada. Superando las objeciones de Catt i-brie, los dos volvieron a atravesar el Surbrin yregresaron a Mithril Hall.

    El mismo frente de tormenta inut iliz poco despus el t ransbordador, que qued fuera deservicio durante los diez das siguientes. Ya estaban en el corazn del invierno, ms cerca dela primavera que del otoo. El Ao de la Magia Desatada haba llegado.

    Catt i-brie tena la sensacin de que el fro penetrante se haba instalado para siempre ensu cadera y su pierna heridas, y no experimentaba gran mejora en su movilidad. No obstante,no quera aceptar una silla con ruedas como la que haban hecho los enanos para el impedidoBanak Buenaforja, y no quera ni or hablar del artefacto que Nanfoodle haba diseado paraella: un cmodo palanqun pensado para ser t ransportado por cuatro enanos voluntarios.Tozudez aparte, su cadera herida se negaba a soportar su peso de una forma aceptable odurante mucho t iempo, de modo que haba optado por la muleta.

    Los lt imos das los haba empleado en vagabundear por las lindes orientales de MithrilHall; llegaba hasta el barranco de Garumn desde las salas principales y peda siempre not iciasde los orcos que se haban asentado fuera del Valle del Guardin, o de Drizzt , al que por finhaban visto por las fort ificaciones orientales, volando en un pegaso por encima del Surbrin,junto a Innovindil del Bosque de la Luna.

    Drizzt haba abandonado Mithril Hall con las bendiciones de Catt i-brie diez das antes,pero ella lo echaba mucho de menos en las largas y oscuras noches de invierno. La habasorprendido que no volviera directamente a las cavernas a su regreso, pero confiaba en subuen juicio. Si algo lo haba empujado a seguir hacia el Bosque de la Luna, era seguro quehabra tenido un buen mot ivo.

    Tengo a cien chavales rogndome que les permita llevarte le ech en cara Bruenor unda, cuando el dolor de la cadera evidentemente la mort ificaba. Haba vuelto a las salasorientales, en la guarida privada de Bruenor, pero ya haba informado a su padre de quevolvera al este, atravesando el barranco. Lleva la silla del gnomo, cabezota!

    Tengo mis propias piernas insist i.Piernas que no curan, por lo que veo mir a Wulfgar, que estaba al otro lado del hogar,

    cmodamente reclinado en una butaca y con los ojos fijos en el fuego. T qu dices,muchacho?

    Wulfgar lo mir con cara inexpresiva, evidentemente desconectado de la conversacinque estaba teniendo lugar entre el enano y la mujer.

    Vas a marcharte pronto para encontrar a tu pequea? pregunt Bruenor. Con eldeshielo?

    Antes del deshielo lo corrigi Wulfgar, antes de la crecida del ro.Un mes, tal vez dijo Bruenor, y Wulfgar asint i.Antes de Tarsakh respondi, refirindose al cuarto mes del ao.Catt i-brie se mordi el labio, consciente de que Bruenor haba iniciado la conversacin con

    Wulfgar para que ella se enterara.No vas a acompaarlo con esa pierna, muchacha afirm Bruenor. Vas cojeando de

    un lado a otro sin dar a la maldita cosa oportunidad de curarse. Vamos, coge la silla del gnomo

  • y deja que te lleven mis chicos, y podra ser, slo digo que podra ser, que pudieras acompaara Wulfgar cuando salga a buscar a Colson como habas planeado e intentaste antes.

    Catt i-brie mir primero a Bruenor y despus a Wulfgar, y slo vio las sinuosas llamasreflejadas en los ojos del hombrn. Observ que pareca ajeno a todo, totalmente sumido ensu torbellino interior. Tena los hombros cargados con el peso de la culpa de haber perdido asu esposa, Delly Curt ie, que todava yaca muerta, por lo que saban, bajo un manto de nieveen un campo al norte.

    A Catt i-brie tambin la consuma la culpa de esa prdida, ya que haba sido su espada, lamalvada y sensit iva Cercenadora, la que haba confundido a Delly Curt ie y la haba hechoabandonar la seguridad de Mithril Hall. Por fortunaeso crean todos, Delly no las haballevado a ella y a la nia adoptada de Wulfgar, la pequea Colson, consigo, sino que habadejado a Colson con una de las otras refugiadas de las t ierras septentrionales, que habaatravesado el ro Surbrin en uno de los lt imos transbordadores que haban salido antes de laacometida del invierno. Colson podra estar en la ciudad encantada de Luna Plateada, o enSundabar, o en cualquier otra comunidad, pero no tenan mot ivos para creer que hubierasufrido, o fuera a sufrir, algn dao.

    Y Wulfgar estaba empeado en encontrarla; sa era una de las pocas declaraciones queCatt i-brie le haba odo decir al brbaro con cierto at isbo de conviccin en diez das. Ira abuscar a Colson, y Catt i-brie senta que era su deber de amiga ir con l. Despus de que sevieran imposibilitados de seguir por la tormenta, en gran parte por su debilidad, Catt i-brieestaba todava ms decidida a llegar hasta el final del viaje.

    Sin embargo, Catt i-brie esperaba realmente que Drizzt volviera antes del da de la part ida,porque la primavera, sin duda, sera tumultuosa en todo el territorio, con un enorme ejrcito deorcos atrincherados alrededor de Mithril Hall, desde las montaas de la Columna del Mundo alnorte, hasta las orillas del Surbrin al este y los pasos un poco ms al norte de los Pantanos delos Trolls al sur. Los negros nubarrones de la guerra se cernan por todas partes, y slo elinvierno haba frenado su avance.

    Cuando la tormenta estallara por fin, Drizzt Do'Urden estara en medio de ella, y Catt i-brieno tena intencin de cabalgar por las calles de alguna ciudad distante en ese aciago da.

    Usa la silla dijo Bruenor, y por su tono de impaciencia pareca obvio que ya lo habadicho antes.

    Catt i-brie parpade y se volvi a mirarlo.Pronto os voy a necesitar a los dos a mi lado dijo Bruenor. Si vas a entorpecer la

    marcha de Wulfgar durante el viaje que necesita hacer, entonces no irs.La indignidad... dijo Catt i-brie, sacudiendo la cabeza.Pero mientras lo deca, perdi un poco el equilibrio y la muleta se inclin hacia un lado. Se

    le desencaj el rostro por los dolores punzantes que senta en la cadera.Recibiste en la pierna el golpe de un pedrusco lanzado por un gigante le espet

    Bruenor. No hay indignidad alguna en ello! Nos ayudaste a defender la ciudad, y en el clanBatt lehammer nadie te considera otra cosa que una herona! Usa la maldita silla!

    Realmente, deberas hacerlo. La voz lleg desde la puerta, y Catt i-brie y Bruenor sevolvieron en el momento en que Regis, el halfling, entraba en la habitacin.

    Su barriga haba recuperado su redondez, y tena las mejillas rosadas y llenas. Llevabat irantes, como sola hacer en los lt imos t iempos, y andaba con los dedos enganchados enellos, dndose aires de importancia. Y la verdad, por absurdo que pudiera parecer Regis aveces, no haba en la ciudad nadie que le reprochara al halfling el orgullo que senta por haberservido tan bien como administrador de Mithril Hall en aquellos das de lucha interminable,cuando Bruenor haba estado al borde de la muerte.

    Qu es esto? Una conspiracin? dijo Catt i-brie con una sonrisa, t ratando desonar menos solemne.

    Tenan necesidad de sonrer ms, todos ellos, y en especial el hombre sentado en elextremo opuesto al que ella ocupaba. Observ a Wulfgar mientras hablaba y supo que l ni

  • siquiera haba odo sus palabras. Se limitaba a mirar las llamas mientras realmente lo quemiraba era su interior. La expresin de su cara, de desesperanza tan absoluta, le revel a lasclaras a Catt i-brie su sensacin de prdida. La amistad le impona hacer todo lo que estuvieraen sus manos para ponerse bien, a fin de que pudiera acompaarlo en su viaje ms importante.

    Fue as como pocos das despus, cuando Drizzt Do'Urden entr en Mithril Hall por lapuerta oriental, que daba al Surbrin, Catt i-brie lo vio y lo llam desde lo alto.

    Tu paso es ms ligero le dijo.Y cuando Drizzt , por fin, la reconoci, montada en su palanqun, llevada a hombros por

    cuatro robustos enanos, le respondi riendo y con una ancha sonrisa.La princesa del clan Batt lehammerdijo el drow con una corts y burlona reverencia.Obedeciendo las rdenes de Catt i-brie, los enanos la depositaron en el suelo y se hicieron

    a un lado, y ella tuvo el t iempo justo para levantarse de su asiento y coger la muleta antes deverse envuelta en el apretado y clido abrazo de Drizzt .

    Dime que has vuelto para quedarte un t iempo le dijo la mujer despus de un besoprolongado. Ha sido un invierno largo y solitario.

    Tengo deberes que atender sobre el terreno respondi Drizzt. Pero s aadidespus, al ver la expresin desolada de Catt i-brie, he vuelto al lado de Bruenor, como habaprometido, antes de que la nieve se derrita y los ejrcitos reunidos avancen. Prontoconoceremos los designios de Obould.

    Obould? pregunt Catt i-brie, pues pensaba que el rey orco haba muerto hacat iempo.

    Est vivo respondi Drizzt. No s cmo, pero escap a la catstrofe deldesprendimiento de t ierras, y los orcos reunidos todava estn sometidos a la voluntad delms poderoso de los suyos.

    Maldigo su nombre.Drizzt le sonri, aunque no estaba muy de acuerdo.Me sorprende que t y Wulfgar ya hayis vuelto dijo Drizzt. Qu se sabe de

    Colson?Catt i-brie neg con la cabeza.No sabemos nada. Llegamos a cruzar el Surbrin el mismo da en que t part iste con

    Innovindil hacia la Costa de la Espada, pero tenamos el invierno encima y nos vimos obligadosa volver. Lo que s averiguamos, al menos, fue que los grupos de refugiados haban marchadohacia Luna Plateada, y por lo tanto, Wulfgar piensa part ir hacia la hermosa ciudad de Alstrielen cuanto el t ransbordador est otra vez en funcionamiento.

    Drizzt la apart y ech una mirada a su maltrecha cadera. Llevaba puesto un vest ido,como vena haciendo todos los das, porque los pantalones ajustados le resultabandemasiado incmodos. El drow mir la muleta que le haban hecho los enanos, pero ellaintercept su mirada y la sostuvo.

    No estoy curada admit i, pero he descansado lo suficiente como para hacer el viajecon Wulfgar. Hizo una pausa y alz la mano que le quedaba libre para acariciar con suavidadel mentn y la mejilla de Drizzt. Tengo que hacerlo.

    Tambin yo estoy obligado le asegur Drizzt, slo que mi responsabilidad para conBruenor me ret iene aqu.

    Wulfgar no har el viaje solo lo tranquiliz ella.Drizzt asint i, y su sonrisa le demostr que esa afirmacin realmente lo reconfortaba.Deberamos ir a ver a Bruenor dijo l, ponindose en marcha.Catt i-brie lo sujet por el hombro.Con buenas not icias?Drizzt la mir con curiosidad.Tu paso es ms ligero seal ella. Caminas como si te hubieras librado de un peso.

  • Qu has visto ah fuera? Estn los ejrcitos orcos prximos al colapso? Estn dispuestoslos pueblos de la Marca Argntea a levantarse en bloque contra ellos?

    Nada de eso dijo Drizzt. Todo est igual que cuando part , slo que las fuerzas deObould parecen ms asentadas, como si pretendieran quedarse.

    Tu sonrisa no me engaa dijo Catt i-brie.Porque me conoces demasiado bien respondi Drizzt .Acaso los desoladores embates de la guerra no borran tu sonrisa?He hablando con Ellifain.Catt i-brie dio un respingo.Est viva? La expresin de Drizzt le mostr lo absurdo de esa conclusin. No

    haba estado ella presente cuando Ellifain haba muerto bajo la propia espada de Drizzt?.Resurreccin? dijo la mujer con un hilo de voz. Emplearon los elfos a un poderosoclrigo para arrancar el alma...?

    Nada de eso le asegur Drizzt, pero le proporcionaron a Ellifain un modo dedisculparse conmigo... y a su vez ella acept mis disculpas.

    No tenas por qu disculparte insist i Catt i-brie. No hiciste nada malo, ni habamanera de que lo supieras.

    Lo s replic Drizzt , y la serenidad de su voz templ el nimo de la mujer. Hemosaclarado muchas cosas. Ellifain est en paz.

    Quieres decir que Drizzt Do'Urden est en paz.Drizzt se limit a sonrer.Eso no es posible dijo. Tenemos ante nosotros un futuro incierto, con decenas de

    miles de orcos a nuestras puertas. Ha muerto mucha gente, amigos incluso, y parece probableque mueran muchos

    ms.Catt i-brie no pareca muy convencida de que su nimo estuviera decado.Drizzt Do'Urden est en paz reconoci el drow al ver que la sonrisa de ella no se

    borraba.Hizo ademn de llevar a la mujer de vuelta a su palanqun, pero Catt i-brie neg con la

    cabeza y le indic que le sirviera de muleta para ir hacia el puente que cruzaba el barranco deGarumn y los llevara hacia las lindes occidentales de Mithril Hall, donde Bruenor celebrabaaudiencia.

    Es un largo paseo le advirt i Drizzt con una mirada significat iva a su pierna.Te tengo a t i como apoyo respondi Catt i-brie, y eso dej a Drizzt sin argumentos.Con una reverencia de agradecimiento y un gesto de despedida a los cuatro enanos, la

    pareja se puso en marcha.Tan real era su sueo que poda sent ir el calor del sol y el viento fro sobre sus mejillas.

    Era una sensacin tan vivida que poda oler la sal en el aire que soplaba desde el Mar de HieloMovedizo.

    Tan real era todo que Wulfgar se qued realmente sorprendido cuando despert de lasiesta y se encontr en su pequea habitacin de Mithril Hall. Volvi a cerrar los ojos y t rat devolver a capturar el sueo, de sumergirse nuevamente en la libertad del Valle del VientoHelado.

    Pero no era posible, y el hombrn abri los ojos y se despeg de la butaca. Mir hacia lacama, que estaba en el otro extremo de la habitacin. lt imamente casi no dorma en ella, yaque era el lecho que haba compart ido con Delly, su esposa muerta. En las escasas ocasionesen que se haba atrevido a tumbarse en l, se haba sorprendido buscndola, dndose lavuelta hacia el lugar donde antes la encontraba.

    La sensacin de vaco cuando la realidad invada su sopor dejaba siempre fro a Wulfgar.

  • Al pie de la cama estaba la cuna de Colson, y esa visin resultaba incluso ms dolorosa.Wulfgar hundi la cabeza entre las manos y el blando contacto del pelo le record la barba

    que se haba dejado crecer. Se alis tanto la barba como el bigote y se frot los ojos paraaclarar la visin. Trat de no pensar ni en Delly ni en Colson. Necesitaba librarse de sus penasy temores durante un momento. Imagin el Valle del Viento Helado de sus aos mozos. Enaquellos t iempos tambin haba sufrido la prdida y haba sent ido el profundo embate de labatalla. No haba desilusiones invadiendo sus sueos ni sus recuerdos, que presentaban unaimagen ms amena de aquella t ierra spera. El Valle del Viento Helado mantena su integridad,y su aire invernal era ms mortal que refrescante.

    Pero en aquel lugar haba algo ms simple; Wulfgar lo saba. Algo ms puro. La muerte erauna presencia frecuente en la tundra, y los monstruos merodeaban a su antojo. Era una t ierrade pruebas constantes, donde no tena cabida el error, e incluso aunque no hubiera error, elresultado de cualquier decisin a menudo resultaba un desastre.

    Wulfgar asint i al comprender el refugio emocional que ofrecan esas condicionesconstantes. Porque el Valle del Viento Helado era una t ierra sin arrepent imientos.Simplemente, era la forma de ser de las cosas.

    Se apart de la butaca y est ir los largos brazos y las piernas para eliminar el cansancio.Se senta constreido, atrapado, y mientras tena la sensacin de que las paredes secerraban sobre l, record los ruegos de Delly relacionados con ese sent imiento propiamentedicho.

    Puede ser que tuvieras razn dijo Wulfgar en la habitacin vaca.Entonces, se ri de s mismo, pensando en los pasos que lo haban llevado de vuelta a

    ese lugar. Haba sido obligado a volver por una tormenta.l, Wulfgar, hijo de Beornegar, que haba crecido alto y fuerte en los brutales inviernos del

    Valle del Viento Helado, se haba visto obligado a volver al complejo enano por la amenaza delas nieves invernales!

    En ese momento, lo record. Lo record todo. Su camino vacilante y vaco durante loslt imos ocho aos de su vida, desde su regreso del Abismo y los tormentos del demonio Errtu.Ni siquiera despus de haber recibido a Colson de manos de Meralda, en Auckney, de haberrecuperado a Aegis-fang y el sent ido de su propia ident idad y haberse reunido con sus amigospara el viaje de vuelta a Mithril Hall, haban tenido los pasos de Wulfgar un dest ino definido; nohaban estado dirigidos por un sent ido claro de adonde quera ir. Haba tomado a Delly comoesposa, pero jams haba dejado de amar a Catt i-brie.

    S, era verdad, y lo admit a. Poda ment ir a los dems sobre ello, pero no poda engaarsea s mismo.

    Muchas cosas quedaron claras, por fin, para Wulfgar esa maana en su habitacin deMithril Hall, sobre todo el hecho de que se haba permit ido vivir una ment ira. Saba que nopoda tener a Catt i-brie, quien haba entregado su corazn a Drizzt , pero hasta dnde habasido injusto con Delly y con Colson? Haba creado una fachada, una ilusin de familia y deestabilidad para todos los implicados, incluido l mismo.

    Wulfgar haba recorrido el camino de su redencin desde Auckney a base de manipulaciny falsedad. Por fin, lo entendi. Se haba empeado hasta tal punto en colocarlo todo en unacajita del todo ordenada, en una escena perfectamente controlada, que haba negado laesencia misma de su ident idad, los fuegos en que se haba forjado Wulfgar, hijo de Beornegar.

    Ech una mirada a Aegis-fang, apoyado contra la pared, y a cont inuacin cogi elpoderoso mart illo de guerra y coloc su artesanal cabeza ante sus ojos azul hielo. Las batallasque haba librado en los lt imos t iempos, en el acant ilado que dominaba el Valle del Guardin,en la cueva occidental, y al este, en el nacimiento del Surbrin, haban sido sus momentos deautnt ica libertad, de claridad emocional y de calma interior. Se dio cuenta de que habagozado con aquel torbellino fsico porque haba calmado su confusin emocional.

    Esa era la razn por la que haba descuidado a Delly y a Colson; se haba lanzado conabandono a la defensa de Mithril Hall. Haba sido un malsimo esposo para ella y un malsimopadre para Colson.

  • Slo en la batalla haba encontrado un escape.Y todava segua autoengandose. Lo supo mientras contemplaba la cabeza grabada a

    fuego de Aegis-fang. Por qu si no haba dejado la senda que lo conduca a Colson? Porqu si no se haba dejado detener por una simple tormenta invernal? Por qu si no...?

    Se qued con la boca abierta y se consider un absoluto necio. Dej caer la maza al sueloy se puso rpidamente su consabida capa de lobo gris. Sac su mochila de debajo de la camay la llen con su ropa de cama; entonces, se la ech al brazo y cogi a Aegis-fang con la otramano.

    Sali a grandes zancadas de la habitacin con frrea determinacin; se dirigi hacia eleste y pas por delante de la sala de audiencias de Bruenor.

    Adnde vas?Al or aquella voz se detuvo y vio a Regis de pie ante una puerta que daba al pasillo.Voy a salir a ver cmo est el t iempo y el estado del t ransbordador.Drizzt ha vuelto.Wulfgar asint i, y su sonrisa fue sincera.Espero que su viaje haya ido bien.Se reunir con Bruenor dentro de un rato.No tengo t iempo. Ahora no.El t ransbordador todava no funcionadijo Regis.Pero Wulfgar se limit a asent ir, como si no importara, y se dirigi corredor adelante,

    atravesando las puertas que daban a la avenida principal, que lo llevara hasta el barranco deGarumn.

    Con los pulgares enganchados en los t irantes, Regis vio cmo se marchaba su corpulentoamigo. Se qued all quieto un buen rato, pensando en aquel encuentro, y luego se dirigi a lasala de audiencias de Bruenor.

    Sin embargo, se detuvo cuando slo haba dado unos cuantos pasos y volvi a mirarhacia el corredor por el que se haba marchado Wulfgar de forma tan precipitada.

    El t ransbordador no funcionaba.

  • CAPTULO 2LA VOLUNTAD DE GRUUMSH

    Grguch parpade repet idas veces mientras avanzaba desde el fondo de la cueva hacia laluz que anunciaba el amanecer. La poderosa criatura, mitad orco, mitad ogro, de hombrosanchos y ms de dos metros diez de estatura, daba pasos inseguros con las gruesas piernasmientras se protega los ojos con la mano. El jefe del clan Karuck, como todo su pueblo, aexcepcin de un par de exploradores de avanzada, no haba visto la luz del da en casi unadcada. Todos vivan en los tneles, en los vastos laberintos de cavernas sin luz conocidascomo la Antpoda Oscura, y Grguch no haba emprendido a la ligera este viaje a la superficie.

    Docenas de guerreros Karuck, todos enormes incluso para lo que sola ser la raza de losorcos todos igualaban, o incluso superaban, a Grguch en estatura, y eran alrededor dedoscientos kilos de msculo y gran osamenta se mantenan pegados a las paredes de lacueva. Desviaban los ojos amarillos en seal de respeto al paso de su gran seor de la guerra.Detrs de Grguch, vena el implacable sacerdote guerrero Hakuun, y t ras l la lite de laguardia, un quinteto de poderosos ogros armados hasta los dientes y con sus armaduras deguerra. Ms ogros formaban la procesin que los segua; que portaban el Kokto Gung Karuck,el Cuerno de Karuck, un gran instrumento de cinco metros con un tubo cnico rematado en unancho pabelln vuelto hacia arriba. Estaba hecho de lo que los orcos llamaban shroomivood, lapiel dura de algunas especies de hongos gigantes que crecan en la Antpoda Oscura. Paralos guerreros orcos que lo contemplaban, el cuerno era merecedor del mismo respeto que eljefe que lo preceda.

    Grguch y Hakuun, como sus respect ivos predecesores, no pretendan otra cosa.Grguch avanz hasta la boca de la cueva y sali a la cornisa que haba en la ladera. Slo

    Hakuun, que indic a los dems ogros que esperaran detrs, lo acompa.Lanz una atronadora carcajada cuando sus ojos se adaptaron y pudo ver a los orcos

    ms normales movindose por la parte baja de las laderas. Durante ms de dos das, elsegundo clan orco haba procurado frent icamente mantenerse por delante del clan Karuck.En cuanto por fin haban salido de los confines de la Antpoda Oscura, su deseo demantenerse a gran distancia del clan Karuck era cada vez ms evidente.

    Huyen como nios dijo Grguch a su sacerdote de guerra.Es que son nios en presencia de los Karuck replic Hakuun. Menos que nios

    cuando el gran Grguch est entre ellos.El jefe tom el esperado cumplido con parsimonia y alz los ojos para contemplar el

    panorama que haba en torno a ellos. El aire era fro. El invierno todava tena a la t ierra en susgarras, pero a Grguch y a su gente eso nos los coga desprevenidos. Capas de piel, una sobreotra, hacan que el enorme jefe orco pareciera todava ms grande y ms imponente.

    Correr la voz de que el clan Karuck ha acudido asegur Hakuun a su jefe.Grguch volvi a contemplar a la t ribu que hua y barri el horizonte con la mirada.La not icia se extender ms rpidamente que las palabras de esos nios que corren

    replic, y se volvi, haciendo una seal a los ogros.El quinteto de la guardia abri paso al Kokto Gung Karuck. En cuest in de un momento, el

    avezado equipo tuvo montado el cuerno, y Hakuun lo bendijo como era debido, mientrasGrguch se colocaba en su sit io.

    Cuando el encantamiento del sacerdote de guerra se hubo completado, Grguch, el nicoKaruck al que le estaba permit ido tocar el cuerno, limpi la boquilla de shroomwood y respirhondo, muy hondo.

    Un sonido ronco y retumbante sali del cuerno, como si los mayores fuelles de todo elmundo hubieran sido accionados por los inmortales t itanes. El ronco bramido lleg, llevado porel eco, a kilmetros y kilmetros de distancia, y reson entre las piedras y las ladeismontaosas de las estribaciones meridionales de la Columna del Mundo. Piedras mspequeas vibraron bajo la potencia de ese sonido, y una extensin de nieve se desprendi yprovoc un pequeo alud en una montaa cercana.

  • provoc un pequeo alud en una montaa cercana.Detrs de Grguch, muchos miembros del clan Karuck cayeron de rodillas y empezaron a

    moverse como presas de un frenes religioso. Oraban al gran Gruumsh, su dios guerrero,porque tenan una gran fe en que, cuando Kokto Gung Karuck hablaba, la sangre de losenemigos del clan Karuck manchaba el suelo.

    Y para el clan Karuck, especialmente bajo el liderazgo del poderoso Grguch, jams habasido difcil encontrar enemigos.

    En un valle protegido, unos cuantos kilmetros hacia el sur, un t ro de orcos alzaba losojos hacia el norte.

    Karuck? pregunt Ung-thol, un chamn de alto rango.Podra ser otro, acaso? respondi Dnark, jefe de la t ribu Quijada de Lobo. Ambos se

    volvieron a mirar al chamn Toogwik Tuk, que sonrea con suficiencia. Tu llamada ha sidooda y atendida aadi Dnark.

    Toogwik Tuk ri entre dientes.Ests seguro de que el engendro del ogro puede ser manipulado a tu antojo? dijo a

    cont inuacin Dnark, haciendo desaparecer la sonrisa de la fea cara de orco de Toogwik Tuk.La referencia al clan Karuck como engendro del ogro le son al chamn como una

    referencia clara a que no eran orcos corrientes los que haba hecho venir de las mismsimasentraas de la cadena montaosa. Los Karuck tenan fama entre las muchas tribus de laColumna del Mundo a decir verdad, mala fama por mantener toda una reserva de ogrosreproductores entre sus filas. A lo largo de generaciones, los Karuck se haban cruzado paracrear guerreros orcos cada vez ms corpulentos. Evitados por las dems tribus, los Karuck sehaban ret irado a regiones cada vez ms profundas de la Antpoda Oscura. En los lt imost iempos, se los conoca poco, y muchas tribus de orcos los consideraban apenas una leyenda.

    Pero los orcos Quijada de Lobo y sus aliados de la t ribu Colmillo Amarillo, la de ToogwikTuk, saban que no era as .

    Son slo t rescientosles record Toogwik Tuk a los incrdulos.Un segundo toque atronador de Kokto Gung Karuck estremeci las piedras.Ya dijo Dnark, y mene la cabeza.Debemos salir rpidamente al encuentro del jefe Grguch dijo Toogwik Tuk.La

    ansiedad de los guerreros de Karuck debe ser debidamente encauzada. Si caen sobre otrastribus y batallan y saquean...

    Entonces, Obould los usar como una prueba ms de que su forma de actuar es mejoracab Dnark.

    Vamos dijo Toogwik Tuk, y dio un paso adelante.Dnark se dispuso a seguirlo, pero Ung-thol vacil. Los otros dos hicieron una pausa y

    contemplaron al chamn ms viejo.No conocemos el plan de Obould les record Ung-thol.Se ha detenido dijo Toogwik Tuk.Para fortalecerse? Para considerar cul es el mejor camino? pregunt Ung-thol.Para construir y para conservar sus magras conquistas! sostuvo el otro chamn.Eso fue lo que nos dijo su consorte aadi Dnark, y una sonrisa de complicidad asom

    a su colmilluda cara, mientras sus labios, erizados de dientes que sobresalan en mildirecciones azarosas, esbozaban un gesto acorde. T conoces a Obould desde hacemuchos aos.

    Y a su padre antes que a l reconoci Ung-thol. Y lo he seguido hasta aqu, haciala gloria. Hizo una pausa para comprobar el efecto de sus palabras. No hemos conocidoninguna victoria como sta... dijo, y volvi a hacer una pausa y levant los brazos en lo quedura la memoria de los vivos. Ha sido Obould quien ha hecho esto.

    Es el principio y no el final replic Dnark.Muchos grandes guerreros caen en el camino de la conquista aadi Toogwik Tuk

  • . sa es la voluntad de Gruumsh. sa es la gloria de Gruumsh.Los tres se sobresaltaron cuando el ronco sonido de Kokto Gung Karuck volvi a sacudir

    las piedras.Toogwik Tuk y Dnark guardaron silencio otra vez, mirando a Ung-thol y esperando su

    decisin.El viejo chamn orco ech una mirada melanclica hacia el sudoeste, la zona en la que

    saba que estara Obould; a cont inuacin, hizo un gesto de asent imiento a sus doscompaeros y les indic que abrieran la marcha.

    La joven sacerdot isa Kna se peg a l con movimientos felinos y seductores. Su cuerpoesbelto se desliz lentamente en torno al poderoso orco, que sint i su aliento clido sobre unlado del cuello, despus sobre la nuca y finalmente sobre el otro lado. Pero si bien Kna mirabaintensamente al gran orco mientras se mova, su actuacin no estaba dirigida a Obould.

    El rey Obould lo saba perfectamente, por eso su sonrisa tena un doble origen mientraspermaneca all ante los chamanes y los jefes reunidos. Haba elegido sabiamente al tomar ala joven y ensimismada Kna como consorte para reemplazar a Tsinka Shinriil. Kna no tenareservas. Le encantaba sent ir sobre s las miradas de todos los presentes mientras seenroscaba en el rey Obould. Le gustaba a rabiar, y Obould lo saba. Ansiaba sent irlas. Era sumomento de gloria, y Kna saba que sus iguales de todo el reino apretaban los puos muertasde celos. se era para ella el placer supremo.

    Joven y muy atract iva segn los cnones de su raza, Kna haba ingresado comosacerdot isa de Gruumsh, pero ni de lejos era tan devota o fant ica como lo haba sido Tsinka.El dios de Kna mejor dicho su diosa era Kna, una concepcin puramente egocntrica delmundo, tan comn entre los jvenes.

    Y era precisamente lo que Obould necesitaba. Tsinka le haba prestado buenos serviciosen el desempeo de su papel, porque siempre haba defendido los intereses de Gruumsh, y lohaba hecho fervorosamente. Tsinka haba preparado la ceremonia mgica que habainvest ido a Obould con grandes poderes, tanto fsicos como mentales, pero su devocin eraabsoluta y tena una gran estrechez de miras. Haba dejado de ser t il al rey orco antes deque la arrojaran desde el borde del barranco para encontrar la muerte entre las piedras.

    Obould echaba de menos a Tsinka. A pesar de su gran belleza fsica, de sus movimientosconsumados y de todo el entusiasmo que despertaba en ella su posicin, Kna no poda igualara Tsinka haciendo el amor. Tampoco tena la inteligencia y la astucia de Tsinka, ni muchomenos. No era capaz de susurrar al odo de Obould nada digno de ser escuchado y que notuviera que ver con el acoplamiento. Y por eso, era perfecta.

    El rey Obould tena las ideas muy claras, y eran compart idas por un grupo de chamanesleales, sobre todo por un pequeo y joven orco llamado Nukkels. Obould no necesitaba pareceralguno que no viniera de ese grupo ni deseaba opiniones contrarias. Y por encima de todo,necesitaba una consorte en quien pudiera confiar. Kna estaba demasiado pendiente de smisma como para que la preocuparan la pol t ica, los complots y las diversas interpretacionesde los deseos de Gruumsh.

    Le permit i que cont inuara por un rato con su representacin, y despus la apart de sulado con suavidad no exenta de firmeza y la coloc a distancia. Le indic que se sentara enuna butaca, cosa que se dispuso a hacer con un exagerado mohn de enfurruamiento. El reyle respondi con un resignado encogimiento de hombros para aplacarla y procur por todos losmedios no demostrar su absoluto desdn. El rey orco volvi a sealarle su asiento, y al ver quedudaba, la gui firmemente hasta l.

    Kna inici una protesta, pero Obould alz su enorme puo para recordarle de formainequvoca que estaba llegando al lmite de su paciencia. Cuando la hubo dejado instalada congesto malhumorado, el rey orco se volvi hacia su audiencia y le hizo una seal con la mano aColmillo Roto Brakk, un correo del general Dukka que vigilaba la regin militar ms importante.

    El denominado Valle del Guardin est bien asegurado, divino reyinform ColmilloRoto. Se ha abierto la t ierra para evitar que nadie pase, y las estructuras que coronan lamuralla norte del valle estn casi terminadas. Los enanos no pueden salir.

  • Ni siquiera ahora? pregunt Obould. En la primavera no, pero ahora tampoco?Ahora tampoco, grandeza respondi Colmillo Roto confiado, y Obould se pregunt

    cuntos grandiosos tratamientos se inventara su gente para l.Si los enanos salieran de Mithril Hall por las puertas occidentales, los mataramos en el

    valle desde las alturas les asegur Colmillo Roto a los all reunidos. Aun cuando algunosde los feos enanos consiguieran atravesar el terreno del oeste, no encontraran escapatoria.Las murallas estn levantadas, y el ejrcito del general Dukka est debidamente atrincherado.

    Y nosotros, podemos entrar? pregunt el jefe Grimsmal del dan Grimm, unapopulosa e importante t ribu.

    Obould le lanz al impert inente orco una mirada que nada tena de halagadora, pues saera la pregunta con ms carga y peligro de todas. Ese era el punto de discordia, la fuente detodas las habladuras y de todas las disputas entre las diversas facciones. Siguiendo a Obould,haban arrasado t ierras y haban alcanzado la mayor gloria desde haca dcadas, siglos quiz.Pero muchos se preguntaban abiertamente con qu fin. Para seguir adelante con lasconquistas y el pillaje? Hasta las cuevas de un clan enano o las avenidas de una gran ciudadhumana o elfa?

    Sin embargo, mientras pensaba en esas cosas, especialmente en las habladuras quecirculaban entre los dist intos chamanes y jefes, Obould cay en la cuenta de que Grimsmal talvez le haba hecho un favor sin darse cuenta.

    No dijo Obould con firmeza, antes de que pudieran caldearse los nimos. Losenanos t ienen su guarida y mant ienen su guarida.

    Por ahora se atrevi a decir el obst inado Grimsmal.Por toda respuesta, Obould sonri, aunque nadie supo si era una sonrisa de mera

    diversin o de asent imiento.Los enanos han salido de su guarida por el este le record otro de los reunidos, una

    criatura menuda con ropas de chamn. Todo el invierno han estado construyendo a lo largode la lnea de la cordillera. Ahora tratan de conectar y reforzar murallas y torres, desde laspuertas al gran ro.

    Y estn haciendo cimentaciones a lo largo de la orilla aadi otro.Van a construir un puente coligi Obould.Esos necios enanos estn haciendo el t rabajo por nosotros! bram Grimsmal. Van

    a facilitar nuestro paso a t ierras ms anchas.Todos los dems asint ieron y sonrieron, y un par de ellos se dieron palmadas en la

    espalda.Obould tambin sonri. El puente realmente prestara un gran servicio al reino de Muchas

    Flechas. Se volvi hacia Nukkels, que le devolvi su mirada sat isfecha y asint i levementecomo respuesta.

    El puente servira, sin duda, Obould lo saba, pero no de la forma que pensaban Grimsmaly muchos de los dems, tan vidos de guerra.

    Mientras las charlas cont inuaban a su alrededor, el rey Obould imaginaba calladamenteuna ciudad orca al norte de las defensas que los enanos estaban construyendo a lo largo de lacadena montaosa. Sera un gran asentamiento, con calles anchas para que pudieran pasarpor ellas las caravanas, y edificios slidos adecuados para el almacenamiento de muchosproductos. Obould necesitara amurallarla para protegerla de los bandidos, o de los orcosdemasiado vidos de guerra, a fin de que los mercaderes que llegasen desde el otro extremodel puente del rey Bruenor pudieran descansar confiadamente antes de iniciar su viaje deregreso.

    El sonido de su nombre sac al rey orco de sus contemplaciones, y cuando alz la vista,vio que muchos lo miraban con curiosidad. Era evidente que se le haba escapado unapregunta.

    No importaba.

  • Ofreci como respuesta una sonrisa sosegada que los desarm a todos, y la sed debatalla que impregnaba el aire le record que estaban muy lejos de la construccin desemejante ciudad.

    Sin embargo, iba a ser un logro magnfico.El estandarte amarillo de Karuck inform Toogwik Tuk a sus dos compaeros

    mientras el t ro avanzaba por un valle serpenteante, lleno de nieve, por debajo de la cueva quelos orcos venidos de la Antpoda Oscura usaban como principal salida.

    Dnark y Ung-thol entornaron los ojos bajo el resplandor del medioda, y ambos asint ieronal dist inguir los dos pendones amarillos salpicados de rojo que ondeaban con el fro vientoinvernal. Ya saban que deban de estar cerca, pues haban pasado por un par decampamentos abandonados precipitadamente en el protegido valle. Era evidente que lamarcha del clan Karuck haba hecho que otros orcos huyeran tan lejos tan rpidamente comoles haban permit ido sus medios.

    Toogwik Tuk abri la marcha por la pendiente rocosa que ascenda entre aquellosestandartes. Unos enormes guardias orcos salieron a bloquearles el paso; llevaban en lasmanos palos de elaborados y diversos diseos provistos de hojas laterales y acabados enpunta de lanza. Eran mitad hachas y mitad lanzas, y su peso ya resultaba bastanteint imidante, pero para aumentar su impacto, el t ro que se acertaba no pudo por menos queobservar la facilidad con que los guardias del clan Karuck manejaban las pesadas armas.

    Son tan grandes como Obould observ Ung-thol en voz baja, y eso que no son msque guardias.

    Los orcos de Karuck que no alcanzan ese tamao y esa fuerza son ut ilizados comoesclavos, al menos eso dicen dijo Dnark.

    Y as es dijo Toogwik Tuk, volvindose hacia los otros dos. Y a los enclenques nose les permite reproducirse. Con un poco de suerte, se los castra a una edad temprana.

    Eso hace que aumente mi inquietud dijo Ung-thol, que era el ms pequeo del t ro.En sus aos mozos, haba sido un buen guerrero, pero una herida lo haba dejado un poco

    imposibilitado, y el chamn haba perdido algo de musculatura en las dos dcadastranscurridas desde entonces.

    No te inquietes. T eres demasiado viejo para que valga la pena castrarte se burlDnark, y le hizo seas a Toogwik Tuk de que se adelantara para anunciarlos a los guardias.

    Aparentemente, el ms joven de los sacerdotes hizo bien su trabajo, ya que los t resfueron conducidos por el camino hacia el campamento principal. Poco despus estaban enpresencia del imponente Grguch y de su consejero, el sacerdote de guerra Hakuun. Grguchestaba sentado en una silla hecha de piedras y tena en la mano su temida hacha de batallade dos hojas. El arma, llamada Rampante, evidentemente era muy pesada, pero Grguch lalevant con toda facilidad ante s con una sola mano. La volvi lentamente, para que sushuspedes pudieran tener una visin clara y una comprensin cabal de las muchas formas enque Rampante poda matarlos. El mango de metal negro del hacha, que sobresala ms all delas alas de las hojas enfrentadas, tena la forma de un dragn est irado y envolvente, con laspequeas patas delanteras juntas y los grandes cuernos de su cabeza presentando unaformidable punta de lanza. En la base, la larga cola del dragn se curvaba por encima de laempuadura, formando una proteccin. Estaba completamente cubierta de pas, de modo queun ataque de Grguch con ella equivala a las cuchilladas de varias dagas. Lo msimpresionante eran las hojas, las alas simtricas de la best ia. Eran de mithril plateado yreluciente, y sobresalan por arriba y por abajo, reforzadas a la distancia de un dedoaproximadamente por una delgada barra adamant ina oscura, que creaba pas superiores einferiores a lo largo de cada hoja. Los bordes convexos eran tan largos como la distancia queiba del codo de Dnark a las puntas de sus dedos extendidos, y a ninguno de los t res visitantesles cost ningn trabajo imaginar cmo sera ser cortado en dos por un solo tajo de Rampante.

    Bienvenido a Muchas Flechas, gran Grguch dijo Toogwik Tuk con una respetuosareverencia. La presencia del clan Karuck y de su valioso jefe nos hace ms grandes.

    Grguch dej que su mirada se paseara lentamente por los t res visitantes y, a

  • cont inuacin, se posara en Hakuun.Descubriris la verdad de vuestra esperanzada afirmacin dijo, volviendo a mirar a

    Toogwik Tuk cuando aplaste con mi bota los huesos de enanos, elfos y feos humanos.Dnark no pudo evitar una sonrisa al mirar a Ung-thol, que tambin pareca muy

    complacido. A pesar de lo delicado de su posicin, estando como estaban rodeados porsemejante nmero de fieros e impredecibles miembros del clan, las cosas iban bastante bien.

    De la misma caverna de la que haban salido Grguch y el clan Karuck, surgi una figuramucho menos imponente, salvo para quienes tuvieran una especial fobia a las serpientes.Revoloteando con unas alas que parecan ms propias de una gran mariposa, la rept ilianacriatura t raz una trayectoria zigzagueante por la cueva hacia la menguante luz del da.

    El crepsculo era lo ms brillante que haba visto la criatura en todo un siglo, y tuvo queposarse dentro de la cueva y pasar un buen rato all para que sus ojos se acostumbraran a laluz.

    Ah, Hakuun!, por qu has hecho esto? pregunt el mago, que no era realmente unaserpiente, y mucho menos una serpiente voladora. A cualquiera que anduviese por all lehabra parecido curioso or suspirar a una serpiente alada.

    Se desliz hacia un rincn ms oscuro y empez a mirar de tanto en tanto para dar a susojos ocasin de habituarse.

    Saba la respuesta a la pregunta que acababa de hacer. La nica razn por la que losbrutos del clan Karuck podan salir eran la guerra y el pillaje. Y si bien la guerra poda ser unespectculo interesante, el mago Jack, o Jack el Gnomo, como solan llamarlo en otra poca,realmente ahora mismo no tena t iempo que perder. Sus estudios lo haban llevado ainternarse en las entraas de la Columna del Mundo, y su fcil manipulacin del clan Karuck,desde t iempos del padre, del padre, del padre, del padre de Hakuun, le haban dado unacobertura magnfica para sus empresas, eso por no hablar de la gloria que se haba derramadosobre la pequea y miserable familia de Hakuun.

    Despus de un buen rato, cuando slo quedaban en el aire at isbos de luz diurna, Jack sedesliz hasta la salida de la caverna y ech una mirada al vasto panorama. Un par de conjurosle permit iran localizar a Hakuun y a los dems, por supuesto, pero la perspicaz criatura nonecesitaba magia alguna para percibir que algo haba... cambiado. Algo apenas percept ible enel aire..., un olor o unos sonidos distantes tal vez, toc la sensibilidad de Jack. Haba vivido enuna poca en la superficie, haca tanto t iempo que ya no lo recordaba, antes de habercoincidido con los ilitas y los demonios en su cometido de aprender una magia ms poderosa ytortuosa que las t picas evocaciones de los magos mundanos. Haba vivido en la superficiecuando era realmente un gnomo, algo de lo que ya no poda vanagloriarse. Ahora muy pocasveces luca ese aspecto, y haba llegado a entender que la forma fsica no era en absoluto tanimportante ni definitoria. Era una criatura afortunada, lo saba, en gran medida gracias a losilitas, porque haba aprendido a t rascender los lmites de lo corpreo y de lo mortal.

    Sint i una especie de pena al mirar la gran extensin de t ierra poblada por criaturas taninferiores, criaturas que no entendan la verdad del mult iverso ni el poder real de la magia.

    se era el blindaje de Jack mientras contemplaba el panorama, porque necesitaba todoese orgullo para suprimir los otros sent imientos inevitables que se arremolinaban en su cabezay en su corazn. A pesar de toda su superioridad, Jack haba pasado el lt imo siglo, o ms, casitotalmente solo. Si bien haba encontrado increbles revelaciones y nuevos conjuros en susorprendente taller, con su equipamiento alqumico y montones de pergaminos y provisininterminable de t inta y libros de conjuros que mult iplicaban por varias su estatura de gnomo,slo mint indose poda Jack empezar siquiera a aceptar el paradjico giro del dest ino que lehaba concedido prct icamente la inmortalidad. Porque si bien y tal vez debido a esoprecisamente no era previsible que muriera pronto por causas naturales, Jack era muyconsciente de que el mundo estaba lleno de peligros mortales. Una larga vida haba llegado asignificar ms que perder, y Jack haba estado encerrado en su seguro laboratorio no slopor las gruesas piedras de la Antpoda Oscura, sino tambin por su miedo.

    Ese laboratorio, oculto y protegido por medios mgicos, segua siendo un lugar seguro, a

  • pesar de que sus protectores involuntarios, el clan Karuck, se hubieran marchado de laAntpoda Oscura. Y no obstante, Jack los haba seguido. Haba seguido al patt ico Hakuun,pese a que no vala mucho la pena seguirlo, porque en lo ms nt imo saba, aunque noestuviera muy dispuesto a admit irlo, que quera regresar, recordar por lt ima vez que era Jackel Gnomo.

    Lo que vio lo dej gratamente sorprendido. Algo zumbaba en el aire que le rodeaba; algoapasionante y lleno de posibilidades.

    Jack pens que tal vez no conoca la dimensin del razonamiento de Hakuun al permit irque Grguch acudiera, y se sint i intrigado.

  • CAPTULO 3LA SIMPLE CUALIDAD DEL TIEMPO PASADO

    Las piernas largas y fuertes de Wulfgar avanzaban a pesar de la nieve que le llegabahasta la rodilla, y a veces incluso a la cadera, t razando un sendero al norte de la cadenamontaosa. Sin embargo, en lugar de considerar la nieve como un obstculo, la vea como unaexperiencia liberadora. Esa sensacin de ser pionero le recordaba el aire crepitante de su t ierra.Otra ventaja prct ica era que la nieve obligaba a detenerse a cada rato, refunfuando, al parde cent inelas enanos que obst inadamente se empeaban en seguirlo.

    No paraba de nevar, y el viento del norte era fro y t raa la promesa de otra tormenta, peroesto no amedrentaba a Wulfgar, y acompaaba su avance con una sonrisa autnt ica. Semantena pegado al ro que tena a su derecha e iba repasando mentalmente todos los hitosque Ivn Rebolludo le haba sealado para seguir la senda que llevaba al cuerpo de DellyCurt ie. Wulfgar les haba sonsacado a Ivn y a Pikel todos los detalles antes de que semarcharan de Mithril Hall.

    El viento fro, la nieve que pinchaba como agujas, la presin del crudo invierno sobre laspiernas..., todo le pareca bien a Wulfgar, familiar y reconfortante, y saba en el fondo de sucorazn que se era el camino que deba seguir. Sigui adelante con ms mpetu todava, conpaso decidido. Ninguna vent isca iba a hacer que marchara ms lento.

    Los gritos de protesta de los congneres de Bruenor se perdieron muy por detrs de l,derrotados por la muralla de viento, y muy pronto las fort ificaciones y torres, y la propia cadenamontaosa se convirt ieron en borrosas manchas negras en el fondo distante.

    Estaba solo y se senta libre. No tena nadie en quien confiar, pero tampoco nadie a quiendar explicaciones. No era ms que Wulfgar, hijo de Beornegar, avanzando por la alta muralla denieve del invierno, enfrentndose al viento de la nueva tormenta. Era slo un aventurerosolitario, cuyo camino l mismo elega, y haba encontrado, con gran emocin, uno que vala lapena recorrer.

    A pesar del fro, a pesar del peligro, a pesar de su aoranza de Colson, a pesar de lamuerte de Delly y de la relacin de Catt i-brie con Drizzt , Wulfgar slo senta una alegra sincomplicaciones.

    Sigui andando hasta que se hizo bien oscuro, hasta que el fro aire de la noche se volvidemasiado intenso incluso para un orgulloso hijo de la tundra helada. Acamp al amparo de lasramas ms bajas de los gruesos pinos, t ras paredes aislantes de nieve, donde el viento nopoda cast igarlo. Pas la noche soando con los caribes y con las t ribus nmadas queseguan el rebao. Vio a sus amigos, a todos ellos, junto a l a la sombra del montculo deKelvin.

    Durmi bien, y al da siguiente, reemprendi temprano el camino, bajo el cielo gris.La t ierra no le resultaba desconocida a Wulfgar, que haba pasado aos en Mithril Hall, e

    incluso al s